Aunque varios padres han regañado a sus hijos por el uso de videojuegos en vez de hacer cosas “productivas” estudios hechos en los últimos años han demostrado que al contrario de lo que se cree, los videojuegos dejan resultados positivos en el crecimiento y desarrollo académico de los adolescentes y jóvenes (siempre y cuando sea con un uso moderado y si son muy chicos bajo supervisión adulta).

Algunos de los beneficios encontrados es el desarrollo de habilidades como la atención, la creatividad, la memoria, los idiomas y el trabajo en equipo; Incluso autores como Crawford le otorgan al juego un valor inconsciente respecto al hecho de aprender.

Contradiciendo a lo que se piensa, gracias a los videojugadores se puede conseguir más facilidad al relacionarse con otros, sentirse más motivado, competente y tener una mayor tolerancia a la frustacion mejorando la capacidad para asumir riesgos, resolver problemas y tomar decisiones ¿genial no?

Pero en IUA creemos que todo en exceso puede ser malo, así que si no se controla el tiempo que pasamos dentro del mundo geek de los videojuegos puede tener consecuencias contradictorias y negativas a corto y largo plazo ¿no crees?